También por el camino hay puentes. Este debieron construirlo
los romanos y no viene en ninguna guía turística.
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Al fin una autovía de zahorra. ¿Pero no podía ser
así todo el camino? Respuesta: NOOOO
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Desde Pereruela nos encaminamos hacia la pradera del
terror.
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El miedo se apoderaba de los pobres bicicleteros que se
enfrentaban a lo ya conocido y tremebundo. Pero no se atrevían a
decirlo.
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Emilio se quedaba solo a la cola del grupo. ¿Querría darse la
vuelta?
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Y, por fin, llegamos a la pradera. Angel se empeñaba en que no
era para tanto. Se equivocaba.
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Sí, parece que está seca, pero el agua iba por
debajo.
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En realidad, cada uno estábamos solos ante el peligro. Nunca
sabíamos dónde podía aparecer el agujero.
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¡Por aquí parece que hay un camino!
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El mundo estaba embarrado bajo nuestros pies.
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¡Yo me voy por aquí, que parece más
limpiooooo!
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Bueno, al llegar a los árboles debemos estar
salvados (sí, pero era a los de abajo)
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Sí, son los pies del fotógrafo, no lo
dudéis.
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Jorge fue el primero (y afortunadamente único) en caer. ¡Y de
qué manera! Una caída antológica.
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Así le quedó el maillot a nuestro héroe después
de la caída.
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Cucho y Alberto recordándonos que aún pudo ser
peor.
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El calvario de Jorge no había terminado. Después del madrugón,
el viaje desde Salamanca hasta Zamora, el encontrarse con una pandilla de
MTBikeros como nosotros y de la caída, aun le faltaba la avería del piñón
y quedarse solo en un camino mientras íbamos a buscar su coche. Todo un
héroe.
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Hay puertas que cortan caminos que al parecer son de uso
público. Así que autorizan a saltárselas. |
Y no sólo nosotros, también las bicis.
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El recorrido por el camino nos permitió contemplar este bello
paisaje.
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Al final, Zamora a la vista. Nunca es tarde si la dicha es
buena.
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THE END
Pero la pradera del terror volverá el próximo
año...
Si las verjas no lo
impiden |